Con esta instalación queríamos explorar una
arquitectura que desafíe las asimetrías habitualmente perpetuadas por
los espacios construidos en función de nuestras capacidades funcionales. Creemos que este zapatero-sentadero nos recuerda, por un lado, las
asimetrías y conflictos que suelen darse entre el propio deseo y el lugar
social de nuestros cuerpos, y por otro, que los museos pueden ser lugares para
habitar otras formas de estar en el mundo, por ejemplo, incluyendo necesidades
básicas, pero
muchas veces desatendidas, como el sentarse.